Hay un adagio popular que dice mi libertad termina donde comienza la libertad del otro.
La libertad de una persona termina cuando lo que hacemos afecta negativamente a los demás.
Los límites de la libertad los deberíamos poner nosotros mismos, nosotros debemos saber hasta dónde podemos llegar sin violentar la libertad de los demás.
El pueblo de Israel ahora era libre había salido del yugo de los egipcios, pero era necesario que aprendiera a que su libertad tendría límites.
Cada tribu tendría su tierra, pero en esa libertad también tendrían límites. V 1-2 “Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, esto es, la tierra que os ha de caer en herencia, la tierra de Canaán según sus límites,”
La verdadera libertad no es hacer lo que cada uno quiere. Muchos jóvenes añoran el tener cedula, pensando que a partir de ese momento adquieren libertad.
La verdadera libertad es tener la madures de elegir lo que realmente nos conviene y sobre todo nos edifica. 1 corintios 10: 23 “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.”
Los seres humanos somos libres de hacer todo lo que nos plazca, pero debemos entender que no todo nos edifica cuando hablamos de edificar podríamos decir crecer o mejorar.
Para un niño comer demasiados dulces podríamos decir que a él le conviene más en cuanto a su salud no le edifica.
Cristo nos da Verdadera Libertad. Gálatas 5: 1 “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”
Libertad sin límites es libertinaje. 1 Pedro 2: 16 “como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.”
Los límites son reglas que regulan el comportamiento y pretenden:
1. Contener. Es decir, saber hasta dónde puedo o debo llegar. En el hogar le podríamos llamar Espacios, los conflictos en pareja comienzan cuando alguno de los dos empieza a invadir el espacio del otro.
2. Guiar. Saber por dónde tengo que marchar. Una persona sin límites no sabe para dónde va o que es lo que quiere.
3. Proteger. Los límites nos protegen de cometer errores o dañar a los demás. La naturaleza nos enseña: un rio o el mar tiene sus propios límites, cuando se salen de ese límite le llamamos desbordamiento y eso causa daños.
4. Prevenir. Los límites nos previenen de ir por donde no debemos ir o hacer lo que no tenemos que hacer.
Los limites no solo pretenden sancionar, corregir o hacer más gravosa la lívida de las personas. 1 Juan 5: 3 “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.”
Una verdadera amistad tiene límites cuando alguien traspasa estos límites le llamamos confianzudo.
Los límites nos permiten controlar nuestra vida. La alimentación con límites me dice que debo comer y que no debo comer, la televisión, el celular o el computador necesita límites para controlar hasta cuando debo hacer uso de ellos.