Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.
Cuando damos una mordida a una fruta que no está madura, y quizá hasta
amarga, el problema no es con la fruta; el problema es que no esperamos el
tiempo en que las frutas estén maduras. El problema no era la fruta o el árbol,
sino que nosotros no esperamos el momento oportuno.
A un
árbol de algarrobo le toma 70 años dar fruto. El hecho de que un agricultor de
algarrobo pueda no llegar a vivir lo suficiente para saborear los frutos de su
trabajo no quiere decir que su quehacer no tenga ningún valor, ni tampoco que
está desperdiciando su tiempo. Él ha comido de algarrobos que otros sembraron,
lo mismo sucederá con los suyos.
Qué
difícil es entender que las cosas llegan a su debido tiempo. En lo espiritual
sabemos que no es cuando nosotros queremos, es cuando Dios quiere él sabe
cuándo nosotros por lo general siempre nos equivocamos dada nuestra
impaciencia.
Jeremías
pasaba por momentos difíciles, en los primeros versículos del capítulo 3 podemos
resumir lo que estaba viviendo. V 1-3 “Yo soy el hombre que ha
visto aflicción bajo el látigo de su enojo. 3:2 Me guio
y me llevó en tinieblas, y no en luz; 3:3 Ciertamente contra
mí volvió y revolvió su mano todo el día”
El
comprendió que lo único podía hacer es meditar en lo que le estaba pasando y
esperar. V 21 “Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto,
esperaré.” Las cosas importantes solo se las
consigue esperando el momento oportuno.
Dios
es muy bueno con los que tienen paciencia para esperar en él. V 25 “Bueno
es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca.” La
impaciencia nos hace intolerantes y de mal genio.
El
saber esperar es un acto de obediencia. V 26-28 “Bueno es esperar en silencio la
salvación de Jehová. 3:27 Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su
juventud. 3:28 Que se siente solo y calle, porque es Dios
quien se lo impuso”
Muchas
cosas de las que le pedimos a Dios puede ser que no sean buenas para nosotros,
solo él sabe que es lo que en realidad nos conviene. V 31-32 “Porque
el Señor no desecha para siempre; 3:32 Antes
si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias;”
cada que vez que nos afanamos cometemos errores que después lamentamos.
Si
sientes que las cosas no te salen como lo deseas puedes estar seguro que no es
culpa de Dios, más bien mira como está tu corazón, como estas en paciencia. V
40-41 “Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y
volvámonos a
Jehová; 3:41 Levantemos
nuestros corazones y manos a Dios en los cielos;”
Muchos
siervos de Dios perdieron la bendición por su impaciencia, un ejemplo de esto
es el rey Saúl. Tenía que esperar siete días la llegada de Samuel, pero como no
llegaba se empezó a desesperar y en el último día actuó de manera equivocada,
esto le costó el reino. 1 Samuel 13: 8 “Y él
esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no
venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba.” No
te impacientes porque te puedes equivocar y perder.
La dicha de la vida
consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa
que esperar.