Las personas de éxito son aquellas que entienden que cada vez que inician un nuevo negocio tienen dos posibilidades, pueden ganar como también pueden perder, saber esto les permita estar siempre preparados.
Preparados para
corregir y nunca desistir en caso de que por algún motivo terminen en pérdidas.
El que no está
preparado cuando pierde se desploma y nunca más vuelve a intentarlo, el que
gana no sabe cómo administrar sus ganancias y de todas formas termina
perdiendo.
Para salir
victoriosos en el mundo espiritual es necesario que entendamos que en nuestro corazón
siempre habrá dos fuerzas que luchan entre sí, el bien y el mal. Romanos 7:
22-23 “Porque
según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en
mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a
la ley del pecado que está en mis miembros.”
Es inevitable que en nosotros exista el bien y el mal
la decisión de a quien alimentamos o a quien seguimos está en nosotros. Génesis
4: 7 “Si
bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la
puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.”
Como evitar que el mal domine nuestro corazón.
1.
Reconociendo que en nosotros todavía hay pecado. V 14, 17 “Porque sabemos que la
ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. De manera que ya no
soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.”
El saber nuestra condición pecaminosa nos permite cuidarnos. Muchos cristianos
consideran que ya no pueden pecar y cuando menos lo piensan terminan cayendo.
·
1.1. La Recomendación del apóstol
Pablo es que los que creemos que estamos de pie nos cuidemos de no caer. 1
Corintios 10: 12 “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.”
2. Si nos
descuidamos el pecado nos confunde. V 15 “Porque lo que hago, no lo entiendo;
pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.”
Saber esto nos permite mantenernos siempre alertas.
3. El hacer
el bien no está en nosotros, esto es algo que tenemos que aprender. V 18 “Y yo sé que, en mí,
esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí,
pero no el hacerlo.” a un niño
pequeño por lo general no tenemos que enseñarle hacer el mal eso es algo que le
nace hacer, al niño debemos enseñarle hacer el bien.
4. Tenemos
que obligarnos hacer el bien. V 19 “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que
no quiero, eso hago.” Cuando recibimos a cristo en nuestro corazón no se
nos borra de manera automática los deseos de hacer maldad, Jesucristo nos
perdona y nos ayuda, pero nosotros debemos esforzarnos en no seguir con lo
malo. 1 Corintios 9: 27 “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no
sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”
5. Debemos
entender que en este mundo siempre tendremos tentaciones. Con nuestra mente
estamos dispuestos a hacer lo bueno, pero con nuestra carne todavía deseamos
hacer lo malo. V 25 “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que,
yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del
pecado.”
En nuestro corazón
siempre estarán dos sentimientos, el bien y el mal, cada uno de ellos lucha con
fiereza para tomar el control de nuestro ser, el ganador será el sentimiento
que nosotros más alimentemos, esa es nuestra decisión.