Todos queremos ser prósperos en lo que hacemos, lo que más anhelamos es ganar mucho. La mayoría de los seres humanos viven en pobreza a pesar de anhelar la prosperidad. Para ser prospero se necesita más que solo desear o esforzarse, hay muchas personas que se esfuerzan en cantidad pero no logran prosperar.
Las personas de éxito son aquellas
que ponen en práctica algo que todos sabemos pero que preferimos ignorar, en el
mundo de la prosperidad hay una ley inquebrantable, la ley de la siembra y la
cosecha. Gálatas 6: 7 “No os
engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará”
Los que entienden de esta ley
también saben que la cantidad a cosechar va en proporción a la cantidad que se
siembra. 2 corintios 9: 6 “Pero
esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que
siembra generosamente, generosamente también segará.”
No podemos pretender cosechar en abundancia
cuando nuestra siembra ha sido mínima o de mala gana, con una mala actitud.
La actitud con la que se siembra
también determina la cantidad a cosechar, la actitud es equivalente a ser
positivo o negativo, el positivismo se lo refleja en la alegría. V 7 “Cada uno dé como propuso en su corazón: no
con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”
El adagio popular dice: el que da
recibe, Jesucristo que es maravilloso y bondadoso en todo sentido, primero nos
da para que nosotros le podamos dar o lo que las personas prósperas dicen,
Cristo nos da para que podamos sembrar o invertir en términos financieros.
Jehová los lleva a la tierra que
mana leche y miel y no les exige ofrenda de manera inmediata, él les dice:
cuando empiecen a comer de lo que Dios les da, empiecen a ofrendar por
agradecimiento. Números 15: 19 “cuando comencéis a comer del pan de la tierra, ofreceréis
ofrenda a Jehová.”
Jehová hace con nosotros lo que
algunos de nuestros papitos hacían en el día del padre; ellos nos daban el
dinero para que nosotros le pudiéramos comprar un regalo y de esta forma sentirnos
importantes.
El Rey David era un hombre muy
prospero porque él amaba el dar, el dar para David no era carga porque el entendía
que si el daba era porque Jehová le había dado primero.
David consideraba que dar para la obra
de Dios era un Privilegio, Jehová no le recibe ofrenda a cualquiera. 2 crónicas
29: 14 “Porque ¿quién soy
yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas
semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.”
Esta ley se aplica a cualquier
actividad que nosotros emprendamos, no podemos pretender ganar dinero en un
negocio en el cual no hemos invertido.
Para conseguir las mejores cosas se
debe hacer nuestro mejor esfuerzo, si el campesino quiere cosechar primero debe
sembrar. 2 Timoteo 2: 6 “El
labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.”
A través de la ofrenda es como
glorificamos a Dios y patrocinamos la obra de salvación aquí en la tierra. Si quieres
cosechar debes sembrar con alegría de Corazón.