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1 crónicas 1. De donde Provengo

 


Pocas cosas colaboran tanto al desarrollo personal y al autoconocimiento como aprender a valorar nuestras raíces.

Para el pueblo de Israel es muy importante saber su procedencia, por eso en este capítulo solo vemos la genealogía. Este aprendizaje puede servir, también, como estrategia en la solución de problemas.

Cada uno de nosotros recorre distintos caminos a lo largo de la vida. Ahora bien, el origen de todos ellos está en nuestras raíces, las cuales determinan en parte la dirección de nuestros senderos y los objetivos que nos marcamos.

Por ello, a medida que pasa el tiempo, valorar nuestras raíces puede ser de gran ayuda, ya que facilitará el proceso de auto conocimiento y favorecerá nuestro crecimiento personal.

 

Ahora bien, ¿qué significa valorar nuestras raíces? Se trata de indagar en el lugar y las personas junto a las que hemos crecido y nos han educado, incluso profundizar en los valores y principios claves de nuestra cultura. Profundicemos.

Nos reconocemos al valorar nuestras raíces

Al dar valor a nuestra cultura, aceptamos y reconocemos una parte integral y significativa de nosotros mismos; ya que pertenecer a una cultura determinada, nos aporta:

·         Creencias.

·         Valores y saberes.

·         Conductas y maneras de comportarse.

Poco a poco, estos aspectos van configurándose en nuestro interior y determinan parte de nuestra forma de ser, a medida que crecemos y evolucionamos.

Ahora bien, de nuestra cultura nativa no heredamos absolutamente todo, aunque sea de ahí de donde provenimos. Por eso, darle valor es reconocer abiertamente cuál es nuestro origen.

Las personas de nuestro alrededor también forman parte del universo de nuestras raíces. Ellas nos enseñan a través de sus comportamientos y de aquello que nos dicen. Nos muestran el mundo y cómo afrontarlo, aunque también tengamos nuestras propias estrategias. Así, una parte de lo vivido con ellas, también permanecerá en nosotros.

De esta forma, la forma de resolver los problemas también es mostrada por nuestra cultura y las personas cercanas a nosotros. Todo lo que hemos observado y lo que hemos recibido nos ha influido para ser quienes somos ahora.

De nuestras raíces aprendemos

Como se ha dicho, el hecho de que valoremos de dónde venimos puede hacer que tomemos consciencia de la importancia que tiene nuestro contexto de origen. Pero el hecho de estar abiertos a la valoración de nuestro origen, no quiere decir que tengamos que estar de acuerdo con todo lo que ello conlleva. No olvidemos que cada persona ve la vida de forma diferente y que a medida que crecemos, aprendemos a elegir qué nos aporta y qué no.

Si queremos acercarnos a nuestras raíces para saber qué dicen de nosotros y cómo nos influyen, podemos comenzar por centrarnos en los valores y principios indispensables en nuestras familia y cultura. De todo ello, extraeremos grandes aprendizajes, para bien o para mal, que quizás nos ayuden a tomar decisiones.

De hecho, suele pasar que cuando nos encontramos en momentos complicados es cuando tenemos mayor facilidad para recordar aquello que nuestras raíces nos enseñaron. De alguna forma, las dificultades remueven nuestro universo emocional y este, a menudo, nos lleva a esas situaciones del pasado en las que nos sentíamos recogidos o a aquellas otras en las que nos sucedió algo similar y supimos cómo solucionarlo.

El saber de donde procedemos nos ayuda a saber para donde vamos y sobre todo a sentirnos seguros de lo que queremos.