Cuando leemos este capítulo a simple vista encontramos a un pueblo o a un grupo de personas que están adorando a Jehová.
Lo impresionante de este relato es que a pesar de que Uza también estaba en la festividad de adorar a Dios, el murió al tocar el arca. V 9-10 “Pero cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano al arca para sostenerla, porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió, porque había extendido su mano al arca; y murió allí delante de Dios.”
David
tuvo pesar de lo que sucedió y algunos de nosotros también. V 11 “Y David tuvo pesar, porque Jehová había quebrantado
a Uza; por lo que llamó aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy.”
Cuando no entendemos lo que
sucede con nosotros o con los demás muchas veces señalamos y juzgamos o nos
llenamos de temor. V 12 “Y David temió a Dios aquel día, y dijo: ¿Cómo he de traer a
mi casa el arca de Dios?”
El miedo nos impide avanzar,
dejamos de hacer lo correcto y en lugar de acercarnos a nuestro propósito nos
alejamos.
Cuando en lo espiritual no entendemos
los juicios de Dios o el trato que tiene con nosotros o con personas conocidas
terminamos alejándonos de Jesucristo. V 13 “Y no trajo David el arca a su casa en la ciudad de David, sino que la
llevó a casa de Obed-edom geteo”
El no entender él porque del
actuar de Jehová o de Jesucristo hace que perdamos las bendiciones que ellos
tienen para nosotros. V 14 “Y el
arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y
bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía.”
En lo
secular cuando no entendemos las decisiones de nuestros padres, de nuestros
jefes o cualquier autoridad que este sobre nosotros perdemos los privilegios
que ellos pueden tener para nosotros si somos obedientes.
El no
entender lo que sucede con las ordenanzas que recibimos hace que asumamos una
mala actitud, nuestra mala actitud es la que termina ofendiendo a los demás.
A muchas
personas no les molesta lo que hacemos o lo que decimos, lo que les molesta es
nuestra mala actitud.
Un
regalo, una palabra de consuelo o de ánimo acompañado de una mala actitud hace
que no lo recibamos con agrado y que cause heridas en el alma.
Antes de
hacer cualquier cosa es necesario investigar sobre cómo se hace lo que queremos
hacer, antes de entrar en oración o llevar el arca David y quienes lo
acompañaban debían consultar como hacerlo.
No era
permitido que el arca fuera manipulada por cualquier persona. Números 1: 51 “Y
cuando el tabernáculo haya de trasladarse, los levitas lo desarmarán, y cuando
el tabernáculo haya de detenerse, los levitas lo armarán; y el extraño que se
acercare morirá.”
David y
sus acompañantes debían saber que cualquier persona que tocara el arca sin ser
autorizado debía morir.
Cualquiera
puede adorar a Jehová, pero no cualquiera es escuchado por Jehová, para que
nuestras oraciones sean escuchadas debemos amar la palabra, es decir debemos estar
dispuestos a escuchar a Jesucristo. Proverbios 28: 9 “Al que aparta su oído para no oír la ley, su oración también
es abominación”
A través de
la palabra es como sabemos que cosas le agradan a Jehová y que cosas le
desagradan, que la palabra de Dios nunca se aparte de nosotros y nuestro diario
caminar.