David era un hombre que se caracterizaba porque siempre andaba de victoria en victoria.
Ser victorioso no significa estar
libres de problemas, si fuera a si no se podría llamar victorioso.
La única forma de ser victorioso en
algo es luchando o batallando.
Muchos de los que conocían a David
se admiraban de sus victorias, lo que muy pocos de ellos sabían es que David
era victorioso porque era Jehová quien le daba la victoria. V 6 “Y
puso David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos
de David, trayéndole presentes; porque Jehová daba la victoria a David
dondequiera que iba.”
Debemos entender que la batalla no
es de nosotros la batalla es de Dios. 2 crónicas 20:15
“y dijo: Prestad atención, todo Judá, habitantes de
Jerusalén y {tú,} rey Josafat: así os dice el SEÑOR: ``No temáis, ni os
acobardéis delante de esta gran multitud, porque la batalla no es vuestra, sino
de Dios.” Es Jesucristo quien pelea por nosotros.
Que Jesucristo pelee por nosotros no significa que nosotros
no hagamos nada, si fuera a si nos convertiríamos en unos inútiles.
Jehová se encarga de nuestras batallas porque es el quien se
encarga de entrenarnos y a si de esta forma resultar victoriosos. Salmos 144: 1
“Bendito sea Jehová, mi roca, Quien
adiestra mis manos para la batalla, Y mis dedos para la guerra”
Si tú quieres pelear las batallas de tus hijos no le quites
sus responsabilidades, entrénalos para que ellos puedan enfrentarse.
Debemos ser siempre agradecidos con Jehová ya que el permite
que tengamos dificultades, pero también permite que tengamos la victoria. 1 corintios
15:57 “pero a Dios
gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
El agradecimiento con Dios y con todas las personas que
Jesucristo utiliza para darnos la victoria sirve para que siempre las puertas
de oportunidad se mantengan abiertas.
Las personas desagradecidas siempre tienen victorias
pasajeras ya que cuando requieran nuevamente la ayuda muchas puertas ya se le
han cerrado.
Confiar en Jesucristo en lugar de confiar en nuestra fuerzas
o en la fuerza de los demás hace que nos
podamos levantar cada ves que caemos. Salmos 20:7-8 “Algunos {confían} en carros, y otros en caballos; más
nosotros en el nombre del SEÑOR nuestro Dios confiaremos. Ellos se doblegaron y
cayeron; pero nosotros nos hemos levantado y nos mantenemos en pie.”