El deseo de Jesucristo es que todo el mundo sea salvo y que conozcan de él y de su Padre Jehová. 1 Timoteo 2: 4 “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.”
Solo el
conocimiento de Jesucristo a través de su palabra es lo que nos asegura la salvación
y la vida eterna.
Jesucristo murió
y resucito para que el mundo cambiara su mala forma de vivir.
La culpa no
es de Jesucristo el ya hizo su parte, para lograr la segunda parte del plan de salvación
se necesita de siervos, ministros o sacerdotes entregados a la causa.
Los seres
humanos hombres y mujeres no somos más que el medio, el instrumento o la
herramienta que Jesucristo utiliza para acercarse a los hombres
El problema
es que muchos nos engrandecemos y se nos olvida que los seres humanos somos perecederos,
tarde o temprano tenemos que morir. V 23 “Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos,
debido a que por la muerte no podían continuar;”
El problema
de la mala evangelización es que los sacerdotes o ministros de Cristo siempre
tratamos de hacer que la gente dependa de nosotros en lugar de hacerlos
dependientes de Cristo.
Los ministros
debemos enseñarles a nuestros discípulos que el único que no les falla es Jesucristo,
de él deben depender cien por ciento, nosotros somos un medio útil en las manos
de Dios.
Debemos enseñarles
a orar a estudiar la palabra y a siempre estar bajo la soberanía de Jehová, de Jesucristo
y de su santo Espíritu.
Jesucristo
es el único sacerdote nombrado por su padre Jehová. V 17 “Pues se da testimonio de
él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.” Los demás quienes le servimos lo hacemos
algunos porque sentimos el llamado de Dios y otros porque alguien los convenció
de trabajar para alguna denominación cristiana o religiosa.
Muchos de
los sacerdotes nombrados por los hombres caemos en diversas tentaciones y lo más
grave muchos predican tan solo motivados por el interés personal. Filipenses 1:
15 “Algunos, a
la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena
voluntad.”
Jesucristo
no solo es un sacerdote que permanece para siempre en cuanto a su eternidad, el
permanece para siempre en su fidelidad y su forma de ser. V 24 “más este, por cuanto permanece para siempre, tiene
un sacerdocio inmutable” muchos de los que le servimos a
Jesucristo lo hacemos con mucha alegría mientras las cosas salgan como la
esperamos.
Muchos siervos
y siervas de Dios cuando llegan problemas a su familia, en su trabajo o vida
personal ya no quieren servir, se desaniman con facilidad y prefieren no
congregarse como una especie de retaliación a lo que le esta pasando.
Jesucristo
es el único que tiene el poder para salvarnos. V 25 “por lo cual puede también salvar perpetuamente a
los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” Los demás sacerdotes 0 ministros
humanos solo hacemos conocer de Cristo y llevamos a la gente a sus pies.
Jesucristo
es el único sacerdote limpio y sin mancha. V 26 “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo,
inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los
cielos” los sacerdotes o ministros humanos tenemos debilidades y
pecados de los cuales debemos arrepentirnos de manera diaria.
Jesucristo
es el único sacrificio agradable a Jehová. V 27 “que no tiene necesidad cada día, como aquellos
sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y
luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre,
ofreciéndose a sí mismo.” Por muy
buenos esfuerzos que hagamos los sacerdotes humanos, ninguno hemos dado la vida
por los demás.
Todos quienes
servimos como sacerdotes o ministros en la obra de Salvación somos pasajeros,
unos porque la muerte los arrebata y otros porque se desaniman y dejan de
servir. Por eso nuestro trabajo es hacer que nuestros discípulos se hagan dependientes
de Cristo, el único Salvador.