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Hebreos 7. Jesús sacerdote para siempre

 

El deseo de Jesucristo es que todo el mundo sea salvo y que conozcan de él y de su Padre Jehová. 1 Timoteo 2: 4 “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Solo el conocimiento de Jesucristo a través de su palabra es lo que nos asegura la salvación y la vida eterna.

Jesucristo murió y resucito para que el mundo cambiara su mala forma de vivir.

Han pasado miles de años y la humanidad sigue casi que igual, son muy poquitos quienes han recibido a Jesucristo en su corazón.

La culpa no es de Jesucristo el ya hizo su parte, para lograr la segunda parte del plan de salvación se necesita de siervos, ministros o sacerdotes entregados a la causa.

Los seres humanos hombres y mujeres no somos más que el medio, el instrumento o la herramienta que Jesucristo utiliza para acercarse a los hombres

El problema es que muchos nos engrandecemos y se nos olvida que los seres humanos somos perecederos, tarde o temprano tenemos que morir. V 23 “Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar;

El problema de la mala evangelización es que los sacerdotes o ministros de Cristo siempre tratamos de hacer que la gente dependa de nosotros en lugar de hacerlos dependientes de Cristo.

Los ministros debemos enseñarles a nuestros discípulos que el único que no les falla es Jesucristo, de él deben depender cien por ciento, nosotros somos un medio útil en las manos de Dios.

Debemos enseñarles a orar a estudiar la palabra y a siempre estar bajo la soberanía de Jehová, de Jesucristo y de su santo Espíritu.

Jesucristo es el único sacerdote nombrado por su padre Jehová. V 17 “Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.” Los demás quienes le servimos lo hacemos algunos porque sentimos el llamado de Dios y otros porque alguien los convenció de trabajar para alguna denominación cristiana o religiosa.

Muchos de los sacerdotes nombrados por los hombres caemos en diversas tentaciones y lo más grave muchos predican tan solo motivados por el interés personal. Filipenses 1: 15 “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad.

Jesucristo no solo es un sacerdote que permanece para siempre en cuanto a su eternidad, el permanece para siempre en su fidelidad y su forma de ser. V 24 “más este, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable” muchos de los que le servimos a Jesucristo lo hacemos con mucha alegría mientras las cosas salgan como la esperamos.

Muchos siervos y siervas de Dios cuando llegan problemas a su familia, en su trabajo o vida personal ya no quieren servir, se desaniman con facilidad y prefieren no congregarse como una especie de retaliación a lo que le esta pasando.

Jesucristo es el único que tiene el poder para salvarnos. V 25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” Los demás sacerdotes 0 ministros humanos solo hacemos conocer de Cristo y llevamos a la gente a sus pies.

Jesucristo es el único sacerdote limpio y sin mancha. V 26 “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” los sacerdotes o ministros humanos tenemos debilidades y pecados de los cuales debemos arrepentirnos de manera diaria.

Jesucristo es el único sacrificio agradable a Jehová. V 27 “que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.Por muy buenos esfuerzos que hagamos los sacerdotes humanos, ninguno hemos dado la vida por los demás.

Todos quienes servimos como sacerdotes o ministros en la obra de Salvación somos pasajeros, unos porque la muerte los arrebata y otros porque se desaniman y dejan de servir. Por eso nuestro trabajo es hacer que nuestros discípulos se hagan dependientes de Cristo, el único Salvador.