Cada vez vemos con preocupación que la gente vive del afán. Una de las cosas que más ataca al ser humano está el afán que consiste en un estado de agitación y perturbación de la mente que no encuentra reposo y que se constituye en una fuente de todo tipo de duda, incertidumbre y ansiedad. El afán es el causante de muchas enfermedades psicosomáticas que está acabando con mucha gente aun entre los cristianos.
Esta prisa ha invadido no solo las rutinas diarias, también las
decisiones importantes de la vida y lo que se espera de ella. Hay una carrera
constante por alcanzar unas metas trazadas, por conseguir salud, dinero y amor,
por alcanzar la plenitud, como si esta última fuera algo que se adquiriera en
un instante. Con rapidez se debe hacer todo cuando se está joven, pues se
piensa que de viejos ya no se logrará. Hay afán de no sufrir, de lograr lo que
queremos sin mucho esfuerzo y poca paciencia; avidez de tener, de alcanzar, de
saber, de tener al día toda la información disponible.
Dios quiere una vida maravillosa
para su pueblo, pero el afán de conseguir las cosas ha hecho que lo que era
para bendición se convierta en maldición. Este fue el caso de Abraham y su
esposa, Dios les prometió un hijo el tiempo pasaba y llego la desesperación al
corazón de Sarai y la obligo a buscar una solución de acuerdo a lo que ella
creía. V 1-2 “Sarai mujer de Abraham no le daba hijos; y ella tenía una sierva
egipcia, que se llamaba Agar. 16:2 Dijo entonces Sarai a Abraham: Ya ves
que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva;
quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abraham al ruego de Sarai.”
El afán hace que tomemos decisiones
que pueden traer problemas a nuestra vida y a la vida de los demás. V 4 “Y él se llegó a Agar, la
cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su
señora.”
El afán no nos hace disfrutar lo
que hacemos, hay personas que están almorzando, pero es tal su afán que muchas
veces no se dan cuenta a qué horas se comieron lo que tenían en el plato,
quedándose con la sensación de insatisfacción. V 5 “Entonces Sarai dijo a Abraham:
Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me
mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo”
El estar sometido al afán hace que
las personas se conviertan en problemáticas, siempre viven en conflicto consigo
mismo, se llenan de estrés tanto que terminan lastimando a quienes le rodean. V
6 “Y respondió Abraham
a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te
parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia.”
El único que puede restaurar
nuestra vida y la de los demás es Jesucristo. V 9 “Y le dijo el ángel de
Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano”
filipenses 4: 6 “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”
La mejor forma de dejar el afán es
entendiendo que en la vida para todo hay tiempo, Dios es un Dios de orden.
Eclesiastés 3: 1 “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo
tiene su hora”
Cuando el afán domina la mente y el
corazón del hombre lo deja incapacitado para tomar decisiones acertadas.
Eclesiastés 8: 7 “Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el
mal del hombre es grande sobre él; 8:7 pues no sabe lo que ha de ser; y el
cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará?”
El afán hace que una persona sea
imprudente y cometa muchos errores. Que después le causan problemas. Proverbios
23: 4 “No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste”
El enemigo para el cristiano es el
afán. Lo presiona de tal manera que termina alejándose de la palabra de Dios.
Lucas 8: 14 “La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose,
son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no
llevan fruto”
Descansa en Jesucristo, no permitas
que el afán te impida disfrutar de las maravillas que Jesucristo tiene para ti,
disfruta de la vida tomado de la mano de Jesús. La fe verdadera en Jesucristo
trae reposo a nuestra alma.