Por naturaleza los hombres nacemos pecadores. Salmo 51: 5 “he aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.”
Esto hace
que la madre quede impura cada vez que tiene un hijo. 12: 2 “Habla a los hijos de Israel
y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días;
conforme a los días de su menstruación será inmunda.”
La única
forma de evitar cualquiera de esas consecuencias era necesario que entrara en
un proceso de purificación que en total duraban cuarenta días. V 4 “Mas ella permanecerá
treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni
vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación.”
Este
periodo de tiempo conocido más comúnmente como dieta es necesario para que la
mujer pueda extraer todos los residuos de sangre, siendo necesario muchas veces
utilizar masajes fuertes sobre el estómago con el fin de extraer toda la sangre
acumulada.
Después de
este proceso físico de purificación de su cuerpo era también necesario que su
relación con Dios fuera purificada y para esto era necesario hacerlo a través
de sacrificar un cordero. V 6 “Cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por
hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola
para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdote;”
La sangre
muerta que estaba en su interior hacia impura a la mujer. Y solo a través del
cordero seria limpia físicamente. V 7 “y él los ofrecerá delante
de Jehová, y hará expiación por ella, y será limpia del flujo de su sangre.
Esta es la ley para la que diere a luz hijo o hija.”
Nuestra
condición de hombre es de impureza es por eso que es necesario que aprendamos a
limpiarnos de adentro para afuera. Y la única forma que tenemos para lograrlo
es a través:
1. De la
sangre viva de Jesucristo. Él nos limpia de adentro para afuera. 1 Juan 1: 7 “pero si andamos en
luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
2. De la
palabra de Dios. Juan 15: 3 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.”
la palabra tiene el poder no solo de limpiarnos, también a través de ella
seremos personas de éxito es decir todo lo que hagamos nos saldrá bien. Josué
1: 8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día
y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en
él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá
bien”
Si queremos
sentir la presencia de Dios en nuestra vida es necesario primero purificar
nuestro corazón. Mateo 5: 8 “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.”
Si queremos
que nuestros actos sean buenos es necesario dejar que Jesucristo limpie nuestro
corazón. Nuestros actos son el reflejo de lo que tenemos dentro de nuestro ser.
Si estamos inmundos por dentro también lo estaremos por fuera. Lucas 6: 45 “El hombre bueno, del
buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.”
Dios nos
hizo para vivir en paz y en amor deja que él se siente en el trono de tu
corazón, deja que el gobierne tu vida y todo tu ser cambiara, solo Jesucristo
nos hace Puros.