Muchas personas lo tienen todo para
ser felices, son muy bendecidas por parte de Dios más sin embargo es evidente
su infelicidad.
Muchas personas en especial
cristianas por estar pendientes de lo que le pasa a los demás no disfruta lo
que tiene y vive infeliz.
La infelicidad más grande que un
cristiano puede sentir es al ver como las personas del mundo viven bien. V 1 “Justo eres tú, oh
Jehová, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti.
¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se
portan deslealmente?” la infelicidad de una persona comienza cuando no
valoramos lo que tenemos por estar anhelando lo que no tenemos.
La manera más fácil de perder
nuestra paz es cuando le cuestionamos a Dios por qué permite que los malos
prosperen. V 2 “Los plantaste, y echaron raíces; crecieron y dieron fruto;
cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus corazones” la
envidia nos hace ver a los demás como perversos no merecedores de Perdón y
Salvación.
El enojarnos por las bendiciones que otros reciben ocasiona
en nosotros tropiezo, es decir en lugar de avanzar sentimos que vamos en
retroceso. Salmos 73: 2 “En
cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos.”
Debemos tener en claro que ese sentimiento de dolor al ver la
prosperidad de otros se llama, envidia. Salmos 73: 3 “Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la
prosperidad de los impíos.” La en vidia entra de manera sutil a nuestro corazón
de tal manera que muchas veces no nos damos cuenta.
La única forma de sacar de nuestro corazón cualquier
sentimiento que dañe nuestro ser y robe nuestra paz es entrando en oración constante.
V 17 “Hasta que, entrando en
el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos.”
El espíritu de Dios a través de la oración nos hace entender
que la felicidad y la prosperidad de los impíos es transitoria, solo vive de
apariencias. Su felicidad depende de lo material que pueda tener.
La envidia o el sentirnos mal por la prosperidad de los demás
causa amargura en nuestro corazón. V 21 “Se llenó de amargura mi alma, Y en mi corazón sentía punzadas”
la amargura en nuestro corazón roba la paz que nos da Jesucristo.
La mejor forma de conservar nuestra paz y poderla disfrutar
con los nuestros es olvidándonos de los demás y dejando que sea Jesucristo quien
actúe. Salmos 37: 1-2 “No te
impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen
iniquidad. 2Porque como hierba serán pronto cortados, Y como
la hierba verde se secarán.”
Muchos cristianos sufren y cuestionan a Dios por los errores
de los gobernantes del país y permiten que la paz de Cristo se esfume, no pueden
cambiar al país, cuestiona a Dios y viven en infelicidad.
Deja de sufrir por los malvados, deléitate en las maravillas
de Jehová y él te llenara de su Paz maravillosa. Salmos 37: 4 “Deléitate asimismo en Jehová, Y él
te concederá las peticiones de tu corazón.”
No pierdas tu paz por causa de otros, lo que no puedes
cambiar simplemente déjalo en manos de Jesucristo, el sabe que hacer y cuando
hacerlo.
