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Jeremías 32. Sordos por la Bendicion.

 

La mayoría de los seres humanos tenemos un gran mal con respecto a los halagos o el tratarnos bien.

cuando sentimos que nos alagan por nuestro trabajo nos confiamos y en lugar de esforzarnos por hacer las cosas mejor, nos confiamos y empezamos a fallar.

Llegamos a los pies de Cristo necesitado de su favor y cuando conseguimos lo que queríamos, nos alejamos de él, ya no nos congregamos con regularidad, dejamos de orar o estudiar la palabra y nos empieza a molestar que nos hablen de Diezmos.   

En nuestra casa o en la sociedad cuando nos tratan bien y son detallistas convertimos los detalles en obligación, cuando dejan de darnos los regalitos nos enojamos.

En el mundo secular se dice. Nos dan la mano y nos cogemos del codo. No sabemos respetar ni valorar los favores que recibimos.

Esto le sucedía al pueblo de Dios, Jehová Dios los libro, de la esclavitud, en la dificultad b ellos conocieron del poder maravilloso de Jehová. Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con terror grande;
22y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías, la tierra que fluye leche y miel;
Hoy en día también nos sucede algo similar, en las dificultades es cuan do mas vemos el poder de Dios a nuestro Favor.

Jesucristo no promete quitarnos las dificultades, es decir el no promete evitarnos pasar por el fuego o el agua; pero si promete estar con nosotros en esos momentos de crisis. Isaías 43: 2 “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.”

Mientras el pueblo de Dios vivía en ruinas, siempre estaba muy pegado y agradecido con Dios, pero cuando probo la bendición y creyó ya tenerlo todo, le molestaba escuchar la voz de Dios.  23y entraron, y la disfrutaron; pero no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por tanto, has hecho venir sobre ellos todo este mal.

Jesucristo no nos castiga por no escucharlo, el permite que vivamos las consecuencias del no escucharlo.

La razón es muy sencilla y lógica; si un padre le dice a su hijo que no meta el dedo en la candela porque se quema y el no escucha, antes, por lo contrario, el mete con mas ganas el dedo, no es que el padre lo castigue, la quemazón que sufrió es consecuencia de no haber escuchado la voz o los consejos del padre.

Jehová quiere lo mejor para nosotros, es por esta razón que nos prohíbe algunas cosas, que el practicarlas dañarían nuestra vida y la vida de quienes nos rodean.

Cuando dejamos que las bendiciones nos hagan sordos a la palabra de Dios, tomamos la mala costumbre de poco a poco dejarnos de congregar. Hebreos 10: 25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Cuan do ya el no congregarnos se nos hace costumbre, satanás siempre nos presentara una excusa no muy importante para dejar de asistir al Templo. Y cuando nos congregamos ya no lo disfrutamos y el aburrimiento se expresa en nuestro rostro y mal comportamiento.

Disfrutemos de las bendiciones que nos da Jesucristo y seamos agradecidos con él, entre más bendiciones recibamos, mas agradecidos y comprometidos debemos ser con Jesucristo.

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