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Ezequiel 9. Consecuencias de mis Actos.

 

A menudo echamos la culpa y responsabilizamos a los demás de nuestras desgracias o mala suerte, cuando lo que estamos viviendo son las consecuencias de nuestras propias acciones. Toda conducta tiene repercusiones, y aunque no se presenten de forma inmediata, de una forma u otra acaban manifestándose, seamos conscientes o no. Un síntoma claro de inmadurez es pretender no hacernos cargo de las consecuencias de nuestros actos. 

Para ello somos capaces de responsabilizar a cualquier persona o circunstancia antes que admitir que lo que sucede ha sido consecuencia de cómo hemos actuado.

Dejamos de ser responsables de nuestros actos cuando nos amparamos en el victimismo. Recurriendo a las quejas y a las lamentaciones por la situación difícil que estamos pasando. Esto nos aleja aún más de las posibles soluciones y nos deja anclados en una situación que nosotros mismos hemos provocado.

Construimos nuestro camino en base a las decisiones que tomamos, y nos guste o no somos los responsables de la vida que llevamos. De cómo nos sentimos, vivimos y nos relacionamos, forma parte de nuestra esencia única. Alimentamos determinadas acciones que son las que acaban por beneficiarnos o perjudicarnos. A través del tiempo y la experiencia es posible hacer una mejor observación y tomar una mayor consciencia.

Israel estaba siendo destruido y el profeta se lamentaba. V 8 “Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?

Pero Jehová le explica que lo que esta sucediendo no es su culpa, es consecuencia de las malas acciones del Pueblo. V 9 “Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve.”

Todos los seres humanos en especial las personas de éxito saben que todo lo que hacemos se paga a esto le llaman la ley de la compensación.

Bíblicamente lo conocemos como la ley de la siembra y la cosecha.  Gálatas 6: 7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

Nuestros actos no solo tienen que ver con lo que hacemos, también tiene que ver con nuestra actitud. De nuestra actitud depende la actitud de los demás para con nosotros.

Como evitar malas consecuencias.

1. haz a los demás lo que quisieres que ellos te hagan.  Mateo 7: 12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Quieres que te saluden, te con sientan, te amen.

·         1.1. Recuerda todo lo que tu siembres es lo que cosecharas.

2. Habla de manera agradable. Colosenses 4: 6 “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.” Antes de hablar debemos pensar, cual es la rección que espero que la persona que me va a escuchar tenga para conmigo.

3. Cambia tu manera desagradable de Pensar. Filipenses 4: 8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” de nuestra forma de pensar depende nuestra forma de hablar y de actuar.

Jesucristo no nos castiga, el permite que vivamos las consecuencias de nuestros actos, como queremos vivir, bien o mal, tener una excelente con vivencia o ser un fracaso, eso depende de cada uno de nosotros.

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