Cuando escuchamos la frase «lo bueno se hace esperar», nos referimos a la idea de que las cosas valiosas o de calidad requieren tiempo y paciencia para ser alcanzadas o logradas. Esta expresión popular nos invita a reflexionar sobre la importancia de ser pacientes y perseverantes en la vida. En ocasiones, las metas o logros más significativos no se consiguen de manera inmediata, sino que implican un proceso de trabajo duro, dedicación y esfuerzo continuo.
Este refrán nos recuerda que la paciencia es una
virtud que nos permite esperar el momento adecuado para cosechar los frutos de
nuestros esfuerzos.
Por lo tanto, es importante recordar que la vida
está llena de desafíos y obstáculos que pueden requerir tiempo para superarlos,
pero al final, la recompensa por nuestra perseverancia suele ser mucho más
satisfactoria.
Así que, como dice el dicho, «lo
bueno se hace esperar», pero vale la pena la espera para alcanzar aquello
que realmente deseamos.
Qué difícil es entender que las cosas
llegan a su debido tiempo. En lo espiritual sabemos que no es cuando nosotros
queremos, es cuando Dios quiere él sabe cuándo nosotros por lo general siempre
nos equivocamos dada nuestra impaciencia.
Jeremías pasaba por momentos
difíciles, en los primeros versículos del capítulo 3 podemos resumir lo que
estaba viviendo. V 1-3 “Yo soy
el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo. 3:2 Me
guio y me llevó en tinieblas, y no en luz; 3:3 Ciertamente
contra mí volvió y revolvió su mano todo el día”
El comprendió que lo único que podía
hacer es meditar en lo que le estaba pasando y esperar. V 21 “Esto
recapacitaré en mi corazón, por lo tanto, esperaré.” Las
cosas importantes solo se las consigue esperando el momento oportuno.
Dios es muy bueno con los que tienen
paciencia para esperar en él. V 25 “Bueno es Jehová a los que en él
esperan, al alma que le busca.” La impaciencia nos hace
intolerantes y de mal genio.
El saber esperar es un acto de
obediencia. V 26-28 “Bueno es esperar en silencio
la salvación de Jehová. 3:27 Bueno
le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. 3:28 Que se
siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso”
Muchas cosas de las que le pedimos a
Dios pueden ser que no sean buenas para nosotros, solo él sabe que es lo que en
realidad nos conviene. V 31-32 “Porque el Señor no desecha para siempre;
3:32 Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus
misericordias;” cada que vez que nos afanamos cometemos errores
que después lamentamos.
Si sientes que las cosas no te salen
como lo deseas puedes estar seguro que no es culpa de Dios, más bien mira cómo
está tu corazón, como estas en paciencia. V 40-41 “Escudriñemos
nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová; 3:41 Levantemos
nuestros corazones y manos a Dios en los cielos;”
Muchos siervos de Dios perdieron la
bendición por su impaciencia, un ejemplo de esto es el rey Saúl. Tenía que
esperar siete días la llegada de Samuel, pero como no llegaba se empezó a
desesperar y en el último día actuó de manera equivocada, esto le costó el
reino. 1 Samuel 13: 8 “Y él esperó siete días, conforme al plazo que
Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba.” No
te impacientes porque te puedes equivocar y perder.
La dicha de la vida consiste en tener siempre algo
que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.
