Muchos de nosotros los seres humanos juzgamos y señalamos de manera muy rápida a quienes consideramos que han fallado o que han pecado si es en el caso espiritual. Nuestros mayores tienen un dicho que es muy sabio: ellos dicen no escupa al cielo porque le cae en la cara, esto quiere decir: no señale a los demás de fufurufas o de miserables a la ligera porque usted no sabe qué va a ser de su vida a la vuelta de la esquina.
Para poder entender a los demás y
poderlos ayudar se requiere que conozcamos muy bien las razones por las cuales
actuó o está actuando de esa manera.
Jesucristo desde la comodidad del
cielo nos podía juzgar a todos y condenarnos porque somos pecadores.
Pero antes de hacernos un juico o
antes de señalarnos como unos pecadores miserables el tomo la decisión de hacerse
a nosotros para saber cómo actuamos. V 17 “por lo cual debía ser en todo
semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote
en lo que a Dos se refiere, para expiar los pecados del mundo”
Jesucristo acepto ser tentado al
igual que cualquier humano para saber si es posible resistir la tentación o no.
V 18 “pues
en cuanto el mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que
son tentados”
Él se puso en nuestros zapatos desde
el nacer de una mujer hasta morir como cualquier mortal, con la diferencia que él
podía resucitar.
Para que ponernos en los zapatos de los Demás.
1. Podemos ver las cosas desde su
óptica. Que está viendo ella, que desde mi posición yo no veo. Puedo ver
maltrato, indiferencia. Etc.
· 1.1. Esta persona nos
puede estar viendo a todos como unos injustos e insensibles a su dolor por eso
actúa de manera desagradable.
2. Podemos sentir lo que siente esa
persona. Podemos sentir el dolor en el alma que causa sentirse menospreciado o
rechazado.
· 2.1. Yo no puedo hablar
del frio de la calle si nunca he tenido que dormir en ella. No puedo juzgar el
comportamiento de otro si no he sentido lo que esa persona está sintiendo.
3. Generamos confianza al estar
iguales. Ponernos en los zapatos de otros es arrodillarnos hasta quedar a su
estatura, como cuando hablamos con un niño.
· 3.1. No podemos ponernos
en los zapatos de otros si nuestro corazón está lleno de orgullo y nos creemos más
que los demás.
4. Podemos saber porque actúa de esa
forma. Su forma de actuar puede ser tan solo el reflejo de lo que los demás
hacemos con ella.
· 4.1. Su forma de actuar
puede ser una forma de defensa frente a nuestros ataques inconscientes y hasta
involuntarios.
· 4.2. Muchos de nosotros
ofendemos a los demás sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo.
5. Podemos tener Misericordia. Mateo
9: 13 “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores, al arrepentimiento.”. Misericordia es perdonar a quien no merece perdón.
· 5.1. Cuando nos ponemos en
los zapatos de los demás, entendemos que, por lo que hizo no merece perdón,
pero por los motivos que lo hizo le podemos perdonar y dar otra oportunidad.
La única forma de tener una excelente
convivencia con los demás en la casa, en el colegio, el trabajo, el estudio o
la sociedad es si tenemos la capacidad de ponernos en sus zapatos.