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Hebreos 2. Poniéndonos en sus Zapatos.

 

Muchos de nosotros los seres humanos juzgamos y señalamos de manera muy rápida a quienes consideramos que han fallado o que han pecado si es en el caso espiritual.

Nuestros mayores tienen un dicho que es muy sabio: ellos dicen no escupa al cielo porque le cae en la cara, esto quiere decir: no señale a los demás de fufurufas o de miserables a la ligera porque usted no sabe qué va a ser de su vida a la vuelta de la esquina.

Para poder entender a los demás y poderlos ayudar se requiere que conozcamos muy bien las razones por las cuales actuó o está actuando de esa manera.

Jesucristo desde la comodidad del cielo nos podía juzgar a todos y condenarnos porque somos pecadores.

Pero antes de hacernos un juico o antes de señalarnos como unos pecadores miserables el tomo la decisión de hacerse a nosotros para saber cómo actuamos. V 17 “por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dos se refiere, para expiar los pecados del mundo

Jesucristo acepto ser tentado al igual que cualquier humano para saber si es posible resistir la tentación o no. V 18 “pues en cuanto el mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados

Él se puso en nuestros zapatos desde el nacer de una mujer hasta morir como cualquier mortal, con la diferencia que él podía resucitar.

Para que ponernos en los zapatos de los Demás.

1. Podemos ver las cosas desde su óptica. Que está viendo ella, que desde mi posición yo no veo. Puedo ver maltrato, indiferencia. Etc.

·       1.1. Esta persona nos puede estar viendo a todos como unos injustos e insensibles a su dolor por eso actúa de manera desagradable.

2. Podemos sentir lo que siente esa persona. Podemos sentir el dolor en el alma que causa sentirse menospreciado o rechazado.

·       2.1. Yo no puedo hablar del frio de la calle si nunca he tenido que dormir en ella. No puedo juzgar el comportamiento de otro si no he sentido lo que esa persona está sintiendo.

3. Generamos confianza al estar iguales. Ponernos en los zapatos de otros es arrodillarnos hasta quedar a su estatura, como cuando hablamos con un niño.

·       3.1. No podemos ponernos en los zapatos de otros si nuestro corazón está lleno de orgullo y nos creemos más que los demás.

4. Podemos saber porque actúa de esa forma. Su forma de actuar puede ser tan solo el reflejo de lo que los demás hacemos con ella.

·       4.1. Su forma de actuar puede ser una forma de defensa frente a nuestros ataques inconscientes y hasta involuntarios.

·       4.2. Muchos de nosotros ofendemos a los demás sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo.

5. Podemos tener Misericordia. Mateo 9: 13 “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.”. Misericordia es perdonar a quien no merece perdón.

·       5.1. Cuando nos ponemos en los zapatos de los demás, entendemos que, por lo que hizo no merece perdón, pero por los motivos que lo hizo le podemos perdonar y dar otra oportunidad.

La única forma de tener una excelente convivencia con los demás en la casa, en el colegio, el trabajo, el estudio o la sociedad es si tenemos la capacidad de ponernos en sus zapatos.