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Génesis 20. El mal de las Mentiras

 

En esta sociedad la gran mayoría de personas en alguna ocasión hemos dicho alguna o algunas mentiras, posiblemente las dijimos no por maldad, muchas las hemos dicho hasta para no hacer sentir mal a otra persona.

Nos da pena decirle la verdad a alguien que nos pregunta sobre su apariencia física, si esta bonita o gorda. Etc. O mentimos para evitar una posible discusión.

Abraham creyó que era mejor mentir. V 2 “Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara.” Muchas veces creemos que la mejor opción es mentir, sin duda esto es una gran equivocación.

La razón por la cual Abraham mintió fue el miedo a morir. V 11 “Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Ciertamente no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer.” No permitamos que los diferentes miedos nos obliguen a decir mentiras.

Las mentiras terminan por hacernos daño o le hacemos daño a los demás, Nos invade un sentimiento de tristeza cuando descubrimos que alguien nos ha mentido. Y más aún cuando esa mentira viene de una persona importante en nuestra vida.

La mentira siempre te deja un cargo de conciencia y trae consecuencias que se reflejan en tu personalidad y en el trato que tienes con la gente. Cuando alguien miente no se da cuenta de lo que puede provocar ni tampoco es consciente de la repercusión que puede generar. V 9 “Después llamó Abimelec a Abraham, y le dijo: ¿Qué nos has hecho? ¿En qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan grande pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo.

 

La mentira nos aísla de los demás, el miedo a ser descubiertos nos impide socializar de manera libre. El valor de la comunicación dentro de una mentira es limitado porque disminuyes tu capacidad de interacción. Tienes que ir “con pies de plomo”. Una mentira te despega de la realidad y no te permite ser tú mismo. Se pierde la naturalidad y la espontaneidad en tus relaciones sociales, ya que estás más pendiente de que no te descubran que de disfrutar de la compañía.

¿Por qué mentimos?

La mentira es sinónimo de “escapar” de algún modo de la realidad. Creas una vida, una fantasía paralela donde te sientes cómodo en un estado idílico y quieres estar ahí, aunque no se corresponda con la verdad. Muchas veces, la mentira está relacionada con el querer aparentar cosas que no somos con el objetivo impresionar a los demás. La sociedad y sus parámetros marcados por la necesidad de éxito, tienen mucho que ver con esto.

Cuando mientes entras en un círculo vicioso donde la mentira cada vez se hace más grande y dejas de controlar el momento en el que eres sincero y en el que no. Sus consecuencias acaban siendo psicológicas y surgen también efectos físicos.

 

La mentira no es una buena aliada por muy dura que pueda ser la realidad. Piensa que, tarde o temprano, tendrás que enfrentarte a ella. Es mejor ir con la verdad por delante porque la mentira dinamita la confianza que los demás ponen en nosotros.

Si alguna vez sientes tienes el impulso de mentir, ten en cuenta el dolor que provocaría en ti la certeza de saber que te han mentido.  Aunque tu intención al mentir no sea hacer daño, es muy importante que trates de fundamentar tu vida en la honestidad y sinceridad, pidámosle a Jesucristo que nos de sabiduría para buscar la mejor forma de decir siempre la verdad.