La vida cristiana es mucho más que tan solo acostumbrarse a congregarse en algún lugar o haber hecho una oración motivado por alguien.
Ser
cristiano es tomar la decisión de entregar su vida al servicio de Jesucristo.
Algunas
personas creen que los únicos que debemos entregar nuestra vida al servicio de
Dios somos los pastores o sacerdotes.
Todos
quienes tomamos la decisión de convertirnos a Cristo también nos entregamos a él,
cuando recibimos a Jesucristo en nuestro corazón, nos estamos consagrando a su
servicio. 1 Pedro 2: 9 “Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz admirable”
Entregar la vida al servicio de Dios
es un don maravilloso, es abandonarse completamente a Él. No significa
olvidarse de todo, pero sí encontrar un valor más grande que da sentido a la
vida, no tener apegos por nadie ni por nada. En la sociedad actual se nos
bombardea con un sin número de satisfactores, con lo cual podemos caer en la
tentación de querer y luchar por esos satisfactores olvidándonos del bien más
grande al que nos hemos entregado, a Dios.
Todos los miembros del pueblo eran israelitas,
pero solo algunos tomaban la decisión de consagrarse o apartarse a Dios. V 1-2
“Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de
Israel y diles: El hombre o la mujer que se apartare haciendo voto de nazareo, para dedicarse a
Jehová,”
Hay dos tipos de personas creyentes y Discípulos.
1.
Creyentes. En este grupo están todas las personas que han decidido creer en
Dios motivados por una necesidad, ellos esperan que Dios les de lo que ellos
piden. Lastimosamente a este grupo puede pertenecer cualquiera, es decir creer
puede creer cualquiera hasta los demonios creen. Santiago 2: 19 “Tú crees que Dios es uno; bien haces.
También los demonios creen, y tiemblan.”
2.
Discípulos: en este grupo, están todos los que además de creer también han
tomado la decisión de apartarse para Dios, estos son capaces de darlo todo por
Amor a Cristo. Lucas 14: 26-27 “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y
mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede
ser mi discípulo”
Como es alguien que se ha entregado a Cristo.
1. Se
abstiene de ingerir cosas que perjudiquen su cuerpo. Números 6: 3 “se abstendrá de vino y de sidra; no
beberá vinagre de vino, ni vinagre de sidra, ni beberá ningún licor de uvas, ni
tampoco comerá uvas frescas ni secas” Un verdadero cristiano
cuida su cuerpo como si fuera el templo de Dios.
2. No se
unirá a personas del mundo o no se contaminará con sus tradiciones y
costumbres. V 6-7 “Todo el tiempo que se
aparte para Jehová, no se acercará a persona muerta. Ni aun por su padre ni por su madre,
ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando mueran; porque
la consagración de su Dios tiene sobre su cabeza.” todo
aquel que está alejado de Dios es como si estuviera muerto. Romanos 8: 10 “Pero si Cristo está en vosotros, el
cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa
de la justicia”
3. Es santo,
es decir toma la decisión de apartarse del mundo para servir a Dios. V 8 “todo el tiempo de su nazareato, será
santo para Jehová” el que seamos santos es una orden de Dios, pero
sigue siendo nuestra decisión; Dios no nos obliga a servirle. 1 Pedro 1: 16 “porque escrito está: Sed santos,
porque yo soy santo.”
4. No es
amigo del Mundo. Santiago 4: 4 “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios.” continuar con las tradiciones y
costumbres del mundo nos convierte en enemigos de Dios.
5. La
Palabra de Dios es su alimento. La única forma de conocer cuál es la voluntad
de Jehová es a través de su Palabra. Juan 4: 34 “Jesús les dijo: Mi
comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.”
Jesucristo
no solo quiere personas que lo busquen por un milagro Jesucristo quiere
personas enamoradas de él, dispuestas a seguirlo a pesar de las difíciles
circunstancias de la vida. Ser apartado para Dios no significa que no se tenga
problemas, significa que con Jesucristo los problemas podemos superar.