El atalaya era la persona que se quedaba de guardia en la ciudad para advertir del peligro. Se mantenía en una torre de vigilancia la cual estaba en un punto alto con buena visibilidad, como una torre o las murallas de la ciudad. Así, los enemigos no podían tomar la ciudad por sorpresa, porque la torre de vigilancia podía verlos acercarse. La torre de vigilancia necesitaba estar alerta en su turno porque la seguridad de la ciudad dependía de ello. Si no veía al enemigo a tiempo, la ciudad no tendría oportunidad de defenderse y sería destruida. No advertir del peligro era traición y podía costar muchas vidas.
Ezequiel tenía una misión muy importante, él sería atalaya de
Jehová para el pueblo de Dios. V 16-17 “Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová,
diciendo:
17Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de
Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.”
El trabajo de Ezequiel era amonestar o exhortar a tiempo y fuera de tiempo.
El ser atalaya no era una sugerencia, o una opción, era una
orden, Jesucristo no nos da a escoger el evangelizar o no, el evangelizar el
ser atalayas es una orden.
Nuestra misión es anunciar la palabra de Dios de manera
oportuna para evitar que el enemigo tome el control en las diferentes personas
que no conocen de Cristo. 2 Timoteo 4: 2 “Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera
de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción.”
Muchas personas se cansan de predicar la palabra de Dios al
ver que la gente cada día quiere escuchar menos, si las personas se pierden por
culpa nuestra, por no querer compartir, esas vidas serán cobradas a cada unió
de nosotros. V 18 “Cuando yo
dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para
que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá
por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.”
Compartir la palabra de Dios no necesariamente tiene que ver
con hablar con nuestra boca, también podemos compartir a través de tratados,
volantes, contenido en internet. Etc.
Nosotros cumplimos con compartir de cualquier manera, si la
persona no escucha, nosotros hallamos gracia delante de Jesucristo. V 19 “Pero si tú amonestares al impío, y
él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su
maldad, pero tú habrás librado tu alma.”
Nuestro trabajo como atalayas también es amonestar a quienes
siendo conocedores se apartan de servir a Jesucristo, muchas veces por querer
agradar a todo el mundo no lo hacemos. V 20 “Si el justo se apartare de su justicia e hiciere
maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le
amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en
memoria; pero su sangre demandaré de tu mano.”
Nuestra salvación en cierta forma está condicionada a si
cumplimos con nuestra misión de dar a conocer la verdad del evangelio. V 21 “Pero si al justo amonestares para
que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás
librado tu alma.”
Los verdaderos cristianos no somos responsables por lo que
hagan o dejen de hacer los demás, pero si somos responsables de testificar de
las maravillas de Jesús. Si ellos nos escuchan o no es su Responsabilidad.
